¿Qué es lo que desea una mujer cuando llega a casa tras un largo día de trabajo? Deseamos tranquilidad, silencio, un cálido ambiente, cariño, ternura, un abrazado que espante a nuestros Yetis.Queremos encontrar a alguien al llegar a casa que nos mime más que nunca, que nos preste atención y que nos muestre cuanto nos ama.
Son más de las nueve de la noche y he tenido que rascar una frondosa capa de hielo de la luna delantera del coche, de la trasera y de las ventanillas. Virutas de hielo se han colado bajo mis guantes entumeciéndome los dedos, el helado viento se ha colado por las minúsculas rendijas de mi abrigo y me ha congelado el cuerpo y antes de entrar en el coche, he pisado varios charcos y me tengo calados los pies desde la punta de mis dedos hasta los tobillos. Los calcetines los tengo empapados y las botas de piel, ¡valga me dios! ¡¿Por qué me puse las de piel?!, han cambiado de color por culpa del agua y ya no son marrones clarito, sino oscuro.
He llevado la calefacción a tope durante la más de media hora de trayecto que tengo hasta a casapero lo único que he conseguido con ello es pegarme aún más la ropa al cuerpo. Eso sí, mi rostro está rojo de calor, pero mi interior está tan congelado como ese tan esperado primer helado de verano. Mi chico y yo tenemos esa… Tontería digamos. Llegamos casados dos años pero desde los seis de noviazgo, el primer día de verano quedábamos para estrenar la temporada con un paseo y un helado.
Siempre vamos a la misma tienda del barrio, cada uno pide el que más le gusta, nos sonreímos como cuando nos vimos por primera vez antes de empezar a salir y después, de la mano, nos vamos a dar un paseo y a comérnoslo. Es tan… ¡Es tan ñoño! ¡Tan romántico! Me encanta y no hay verano que no lo hagamos. Freno el coche en el último y odioso semáforo que hay antes de girar para entrar en mi calle. ¡Puñetero! ¡Siempre me pilla en rojo!